Casi a un año de la llegada del Cardenal Robles como Arzobispo de Guadalajara para muchos las cosas siguen igual. Para otros fue un gran alivio y respiro su llegada. Algunos de sus detractores le acusan de no poner al tiro a la Arquidiocesis, de no re-ordenar las distintas instancias que después de 17 años se habían estado viciando. Y es que Robles a su llegada a Monterrey hizo prácticamente una revolución. Cambio al momento al Rector del Seminario, renovó casi en su totalidad a todos los formadores del Seminario, reorganizo los Decanatos, estructuro la Curia y lanzo un Sínodo. Hoy en día el clero y la feligresía de Monterrey le agradece a Robles Ortega su paciencia, mesura, discreción y prudencia en la transformación que hizo de esa Arquidiocesis.
A su llegada muchos pensaron que en los primeros 4 meses de su gestión haría lo mismo, oh sorpresa, si hizo algunos cambios como el del rector del Seminario, que mas bien fue un cambio de urgencia que de estrategia pero muchos se desilusionaron porque pensaban que iba actuar como en Monterrey.
Guadalajara no es Monterrey!!!, y el Cardenal Robles conoce la dinámica del poder de esta Guadalajara, sabe los intereses que se mueven entorno a ella y llegar de golpe a hacer cambios le traería una especie de daño colateral.
También lo que tiene muy en cuenta es la presencia del Cardenal Emerito, a quien ha sabido torear, y sabe que aun tiene influencia mas no tiene poder, y que varios cotos de poder aun le rinden pleitesia, ademas del liderazgo de los Obispos Leopoldo Gonzalez y Trinidad González a quienes Robles se ha sabido imponer y doblegar ante unos liderazgos que no traian mucho beneficio. Mientras que los otros Obispos auxiliares Miguel Romano y Juan Gutierrez debilitados por un lado su mal manejo en el Seminario y la enfermedad del segundo los hace como Obispos de adorno.
Robles sabe que tiene que poner orden en una gran Arquidiocesis como lo es Guadalajara, solo que Robles es mas estratega que politico, contrario a Sandoval que era mas politico que estratega. Tiene muy en cuenta de ese cambio que desde luego sera gradual, ya empezo por el corazon de la Diócesis y empezara por otras instancias.
Tiene muy en cuenta que primeramente tendrá que cambiar al Vicario General quien ya por su avanzada edad es imposible que siga ahi, tendra que remover el coto de poder que maneja las Comunicaciones quienes han hecho y desecho con los medios diocesanos e incluso se han tapado las fechorias entre ellos, tendra que remover a su Canciller quien le ha traido mas de un problema y que solo sirve para estorbar. Varios formadores del Seminario que por caridad los tiene aun ahi y que no sirven en nada a la formación de los seminaristas, el caso de Renovacion Carismatica y con su enorme fraude economico que se mueve en su rededor.
EL Cardenal sabe que el tiempo de observar, analizar y proponer ya termino, en los siguientes meses sigue el tiempo del verdadero cambio, ese cambio que iniciara con el nombramiento de dos nuevos obispos auxiliares, quienes fortaleceran la labor pastoral de Robles, el reacomodo de los distintos puntos de poder en el engranaje de la Arquidiocesis.
No extrañe escuchar los nombres de: Salvador Lopez Rojas, Juan Pedro Oriol, Jose Maria Mercado Gonzalez, Manuel Eufracio Retana, Alfonso Ramirez Quintana, Guadalupe Miranda, Jesús García Zamora, Isauro Bañuelos, Juan Carlos Viteri y Manuel González Villaseñor entre otros.
Robles ya tiene su equipo y va con todo, incluso con la promoción del Sínodo Diocesano, que Sandoval quizo promover, pero que su principal enemigo: el tiempo no lo dejo anunciarlo.
Gracias a la paciencia y a la prudencia del Cardenal Robles Guadalajara recobrara su brillo para seguir siendo la Perla de occidente.
Según los conocimientos, competencia y posición de que gozan, los fieles tienen el derecho e incluso a veces el deber de manifestar a los Pastores su opinión sobre cuestiones que pertenecen al bien de la Iglesia, y también tienen derecho a hacer conocer su opinión a los demás fieles cristianos , con el debido respeto a la integridad de la fe y la moral y a la reverencia hacia sus pastores, y con la consideración por el bien común y la dignidad de las personas. [CIC, Codex Iuris Canonicus (1983), Can. 212, § 3.]