Según los conocimientos, competencia y posición de que gozan, los fieles tienen el derecho e incluso a veces el deber de manifestar a los Pastores su opinión sobre cuestiones que pertenecen al bien de la Iglesia, y también tienen derecho a hacer conocer su opinión a los demás fieles cristianos , con el debido respeto a la integridad de la fe y la moral y a la reverencia hacia sus pastores, y con la consideración por el bien común y la dignidad de las personas. [CIC, Codex Iuris Canonicus (1983), Can. 212, § 3.]

lunes, 12 de noviembre de 2012

LOS SEMINARIOS AUXILIARES: OBSOLETOS Y CAROS

Entrada del Seminario de la Barca

Guadalajara se enorgullece de tener uno de los Seminarios más numerosos del mundo. Es quizá en cantidad, pero en ¿calidad?.  El Seminario de Guadalajara hizo lo que tenia que hacer en su época de oro, se creo fama y se puso a dormir. Hoy en su época de hojalata tendrá que repuntar todo lo bueno que era, y necesariamente tendrá que volver a sus orígenes si quiere rescatar la calidad de su formación y por ende de sus egresados.

Hoy en día no basta con tener buenas instalaciones, tecnología y número de alumnos desbordante, hoy basta con saber si la formación sacerdotal de una institución tridentina esta cumpliendo las expectativas de una pujante Arquidiócesis  con una  sociedad cada vez mas exigente.

Los seminarios auxiliares no son la excepción. Hace 20 años solo se tenían tres: La Barca, San Martín y Totatiche, este ultimo sostenido mas por tradición que por necesidad, debido a que fue  fundado por un ilustre alumno, formador y Santo de esta casa de formación, el cura Magallanes.
Seminario de Totatiche

San Martín cerro por el mismo problema que hoy aqueja los demás seminarios auxiliares, por la cara manutención  y el poco numero de  vocaciones que llegaban al Sacerdocio.

Esto no mino la iniciativa del entonces Cura de Cuquio Arturo Velásquez Rivas quien en su afán por quedar bien con el Cardenal Sandoval  hizo hasta lo  imposible por conseguir  terreno  y dinero (incluso de gente de Estados Unidos) para proponer una nueva casa de formación en una zona de la Arquidiócesis, en este caso Cuquio. En su momento se anuncio con bombo y platillo la inauguración de este Seminario auxiliar, después le siguió Ahualulco, luego Atemajac (conocida como la Anacleto).

Era el sueño de algunos de los Obispos auxiliares y del Cardenal dotar de Seminarios auxiliares a los 4 polos de la arquidiócesis: La Barca y Totatiche ya existían, en el centro Atemajac, en los restantes Ahualulco y al contrario Cuquio.
Maqueta del proyecto del Seminario de Cuquio

En opinión de muchos Sacerdotes  los seminarios son un gasto excesivo ya que  implica la manutención de Sacerdotes, trabajadores, instalaciones y comidas de los alumnos. Si bien el Seminario auxiliar para algunos podría influir para ser un polo de desarrollo intelectual  y espiritual para la región pero para otros es una perdida de insumos que podrían darse al Seminario Menor y al Seminario Mayor.

El caso es que de  100 que pudieran entrar cada año a vivir la Secundaria en el Seminario solo de 2 a 3 logran llegar a Teología y 1 o 2 a ordenarse.

Por un lado la gente no valora la figura del Seminario Menor que es una especie de cultivo de vocaciones, el 80 % manda a los adolescentes a estudiar porque es una educación  buena, porque pueden conseguir becas aludiendo que su hijo es “seminarista”  y  porque  pueden deshacerse de sus  hijos  y están tranquilos de que están estudiando en un lugar seguro y de calidad. Aunque el Seminario tiene sus propios filtros para elegir a sus candidatos  parece que en los auxiliares  no están muy depurados, ya que  cualquier alumno puede ingresar aun estando en segundo y o tercero incluso sin haber hecho preseminario. Peor aun, debido a la falta de apoyo económico algunos de los auxiliares tuvieron que abrir sus puertas a alumnos externos y convertirse en Seminarios con escuelas mixtas, donde también las  chicas adolescentes pueden llevar clases junto con los candidatos al sacerdocio.

Una propuesta que el Cardenal Robles debería de  tener presente es que tendría que  fortalecerse el Acompañamiento Vocacional y la figura del Seminarista en Familia en vez de los obsoletos y costosos Seminarios Auxiliares. Así se forma no solo al alumno sino a la misma familia en lo que a vocación y amor a la Iglesia se refiere. Y ese gasto mensual que estas instituciones auxiliares absorben  se destine a otras instancias como el Seminario Menor que tanta falta le hace para mejorar la comida y restaurar la casa.

Quizás el Cardenal se enfrentara a algunas voces que  defienden a capa y espada  esta propuesta, pero el darles otra función  ( no como seminario, sino como colegio parroquial) se podría  seguir cumpliendo con el cometido  de evangelizar y educar la zona donde estén ubicados estos seminarios.

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